A propósito de la extinción holocénica del rupicáprido balear del género Myotragus, descrito en 1909 por la paleontóloga inglesa D. Bate.
JA. Encinas.
En su interior llama la atención los troncos de pinos* en su momento inicialmente utilizados para, seguramente, tratar de encontrar dentro agua potable. Para ello bajaron el primer pozo introduciendo leño debidamente talado, conservando cortadas agarraderas de las ramas. Más abajo superaron la vertical con otro grueso y largo rollizo de madera, esta vez dotándolo de aserradas muescas escalonadas. Del mismo modo utilizaron los típicos palos que, hábilmente alternos entre enfrentados recovecos de la bajada, facilitaron alcanzar los reductos terminales. Mientras el método de iluminación que emplearon se acredita apreciando el ahumado conservado en el minúsculo reducto donde apoyaron un candil o bien simple fragmento cerámico que primitivamente servía de animeta o candil, a base de un poco de agua, grasa o aceite encima y una torcía de alumbre. Porque dentro no se observaron las características marcas de tiznado, causadas por la necesidad de avivar la llama del fuego de antorchas a base de liberarlas de ceniza cada tanto, aplicando pequeño golpe sobre las paredes o el suelo.